Ruben Cañizares

Ruben Cañizares

Digital Creative Designer
Related topics: Creatividad

El ecosistema NFT y el uso del blockchain en la creatividad digital

3 mayo 2022

Si le dijera que invirtiera millones de euros en un JPG el gesto de su cara cambiaría hacia una mueca de desconfianza. Sin embargo, absolutamente nadie se extrañaría si un inversor usara sus ganancias en adquirir un cuadro como La Gioconda. Es curioso este razonamiento, ya que, la Monna Lisa es probablemente uno de los cuadros que, por su relevancia, haya sido más veces sustraído, revendido y falsificado. No son pocas las teorías que afirman que obra que se encuentra en el Louvre parisino es una burda falsificación.

Se preguntará hacia dónde quiero llegar con esto. Solo trato de dar algo de perspectiva en el tema que nos acoge. Pese a sus detractores, el arte digital es simplemente otro tipo de arte. Lo único que cambia es la manera de adquirirlo.

Pero, ¿qué es un NFT?. Es más, ¿qué significa? Sus siglas en inglés vienen a significar “token no fungible” (Non-fungible Token). Es decir, una pieza o archivo cuya naturaleza no es palpable ya que pertenece al entorno digital. Asimismo, lo que de verdad define a un NFT es la tecnología que esconde detrás. Se trata de un registro único de propiedad almacenado en la cadena de bloques (blockchain), lo que hace imposible su falsificación.

Esta tecnología blockchain se define como una base de datos distribuida y adjunta que mantiene una lista de registros de datos vinculados y protegidos mediante protocolos criptográficos. En resumidas cuentas, se trata de un registro que asegura que los datos que se almacenan dentro de él son “supuestamente” fiables al cien por cien. Esta tecnología ha permitido una alternativa a los bancos creando nuevos sistemas de intercambio de divisas que ahora se hacen de manera digital con las criptomonedas. Su extrapolación al mundo artístico parece lógica. El desarrollo de la tecnología de encriptación ha permitido a muchísimos artistas poder comercializar sus creaciones al poder reconocerse la autoría dentro del entorno web. Un ecosistema en el que era casi imposible asegurar el autor de una obra.

Este es el único valor añadido real que puede aportar un NFT respecto a una obra de arte convencional. Asegurar al comprador de la pieza que la autoría de ese elemento es plenamente suya. Vendría a ser algo así como una especie de certificado de autenticidad. En lugar de ser expedido por una galería o un autor, viene basado en la tecnología de encriptación. 

Asimismo, tiene una gran implicación en el metaverso. Donde las obras pueden ser expuestas dentro de un entorno de interacción digital con el resto de usuarios. No es más que arte pero en forma digital, aunque la tecnología que puede ir vinculada resulta muy interesante para el desarrollo de estrategias de venta, fidelización o entretenimiento. Existen algunos ejemplos de estrategias NFT de todo tipo desarrolladas por distintas empresas:

Nike creó sus propias zapatillas dentro del metaverso.

New Balance utilizará la tecnología blockchain para autentificar sus productos. Lo cual asegura una validación respecto a posibles imitaciones.

Adidas se asoció con conocidos artistas de NFT para crear una colección inspirada en el metaverso y cuya intención era el posicionamiento de la marca en este nuevo entorno web. Además, la posesión de estos productos podía dar descuentos en compras futuras.

La NBA llevó la colección de cromos a otro nivel. Creó una plataforma en la que adquirir cromos de forma digital, los cuales representaban no solo a jugadores, sino ‘momentos’ estelares que habían tenido en su carrera.

A pesar de la gran tecnología, estudio e infinitas aplicaciones posibles de los NFT, esta nueva visión del arte digital ha sido muy cuestionada. Tanto al hablar de precios como a su auténtica validez y aplicación. Todo estalló cuando el artista 3D Beeple vendió su obra Everydays: the first 5000 days por 69 millones de dólares.

Ante esto solo queda decir que el arte siempre es especulación. Siempre se trata de la cantidad de dinero que alguien esté dispuesto a pagar por un artista. Nadie acusaría de locura a aquel comprador que hubiera invertido ese mismo dinero en La Gioconda, pese a no tener forma cien por cien segura de afirmar que esa sea la original.